"Sigamos la flota" sigue el
mismo patrón que todas las películas de Astaire: comedia romántica de lo
más ingenua y ligera, acompañada de bailes únicos y maravillosos que
son, en definitiva, lo más bello e importante del metraje (pero de todas
las cintas de Astaire, ésta es quizá la que mejor destaque por extender
algo más su coto argumental. Ya que, no solo se limita a una única
historia romántica, sino que amplía su horizonte hacia gracietas
"marineras" y otra trama romántica más variada. Y el hecho de ser más
completa y amplia, hace que sus actores se luzcan más, y que todo
resulte más notable y equilibrado). Como en una balanza nivelada, la
ingenuidad del argumento y su devenir (que a estas alturas puede causar
un poco de sopor y bochorno por su anacronismo e inocencia) es una losa
que se olvida rapidamente en cuanto que hay cualquier número musical en
el que Astaire flota sobre el suelo dejando boquiabierto al respetable.
Como es lógico para su época, el film ofrece un acabado sencillo sin montajes enredados y con un total empeño en alargarse en los planos... lo cual en este caso queda perfecto, ya que en "Sigamos la flota" se mostraba ascéticamente un talento delante de las cámaras digno de lucirse.
El buen diseño de producción, la concisión y la implicación en el devenir de su sencilla trama, los buenos momentos musicales y, sobre todo, unas actuaciones con carisma y presencia, consiquen ofrecer una cinta entretenida, agradable, positiva y enternecedora por su nostalgia (y, a ratos, también deliciosa y mágica).
El inmortal Astaire no solo demuestra aquí ser un brillantísimo bailarín, sino también un divertido y entrañable actor (sin llamar la atención, Astaire consigue con un puñado de ademanes hacer creíble una personalidad que a priori no casaba con su fisionomía) y un buen cantante. En este film Astaire no solo asombra con sus bailes, sino que se luce en todas sus virtudes. Ginger Rogers resulta más bien un complemento de Astaire... un complemento simétrico y perfecto con el que queda fuera de cuestión tras ver el film que ambos eran la pareja cinematrografica indiscutible del baile y la comedia romántica más distraída (con una complicidad y un vacile entre ambos dino de mencionar). Son acompañados en el reparto por un Randolph Scott como atractivo dandy, y una Betty Grable como hermana segundona con una preciosa calma en su personalidad.
Como es lógico para su época, el film ofrece un acabado sencillo sin montajes enredados y con un total empeño en alargarse en los planos... lo cual en este caso queda perfecto, ya que en "Sigamos la flota" se mostraba ascéticamente un talento delante de las cámaras digno de lucirse.
El buen diseño de producción, la concisión y la implicación en el devenir de su sencilla trama, los buenos momentos musicales y, sobre todo, unas actuaciones con carisma y presencia, consiquen ofrecer una cinta entretenida, agradable, positiva y enternecedora por su nostalgia (y, a ratos, también deliciosa y mágica).
El inmortal Astaire no solo demuestra aquí ser un brillantísimo bailarín, sino también un divertido y entrañable actor (sin llamar la atención, Astaire consigue con un puñado de ademanes hacer creíble una personalidad que a priori no casaba con su fisionomía) y un buen cantante. En este film Astaire no solo asombra con sus bailes, sino que se luce en todas sus virtudes. Ginger Rogers resulta más bien un complemento de Astaire... un complemento simétrico y perfecto con el que queda fuera de cuestión tras ver el film que ambos eran la pareja cinematrografica indiscutible del baile y la comedia romántica más distraída (con una complicidad y un vacile entre ambos dino de mencionar). Son acompañados en el reparto por un Randolph Scott como atractivo dandy, y una Betty Grable como hermana segundona con una preciosa calma en su personalidad.
La partitura de Irvin ofrece buenas canciones, bonitas y pegadizas
(algunas de ellas románticas y otras cómicas y cómplices). Y por
supuesto no se me puede olvidar mencionar lo mejor de la película y lo
que la hace memorable: esos bailes atemporales donde los segundos
desaparecen, con planos que no se cortan para poder seguir los pasos de
Astaire y Rogers de los que no se puede apartar los ojos de la pantalla
ante su agilidad y embrujo. A destacar el gran momento del film
su gran número final de belleza única e imborrable, uno de los mejores
colofones vistos en cine musical (por lo sorprendente e inesperado...
viendo el nivel tan pueril de la trama).
En fin. Los zapateados de Astaire son un sueño cautivante... y el último baile es además un sueño inolvidable. Puede haber problemas, pero mientras haya esto... ¡afrontemos la música y bailemos!. Merece verse solamente por sus minutos finales.
TÍTULO ORIGINAL | Follow the Fleet |
---|---|
AÑO | 1936 |
DIRECTOR | Mark Sandrich |
GUIÓN | Allan Scott & Dwight Taylor |
MÚSICA | Irving Berlin |
FOTOGRAFÍA | David Abel (B&W) |
REPARTO | Fred Astaire, Ginger Rogers, Randolph Scott, Betty Grable, Harriet Hilliard, Lucille Ball, Astrid Allwyn |
PRODUCTORA | RKO |
SINOPSIS | Cuando la flota atraca en el puerto de San Francisco, Bake Baker sólo piensa en recuperar a su antigua novia y pareja de baile, Sherry Martin. Mientras tanto, su amigo Bilge Smith mantendrá un romance con Connie, la hermana de Sherrie. Pero las cosas no discurrirán apaciblemente: Bake tiene la costumbre de hacerle perder sus trabajos a Sherrie, y Bilge no parece preparado para sentar la cabeza. |
---------------------------------------- "Otra de las clásicas comedias de la legendaria pareja Astaire-Rodgers, que se beneficia del entusiasmo visual de que hace gala Mark Sandrich tras la cámara. (...) números exquisitos como "Let's face the music dance", lo que importa es la música de Irving Berlin; lo que importa, en definitiva, es ver flotar en el aire a la mejor pareja de bailarines de la historia del cine." (Miguel Ángel Palomo: Diario El País) ---------------------------------------- |